La espada de Trump

Por: Raúl Bonifaz @Bonifaz49

En el momento de escribir estas notas, no sabemos si Donald Trump nos aplicará o no los aranceles. Esa circunstancia tiene sus ventajas, porque podemos examinar el problema con miras a más largo plazo. Total, si nos aplica los aranceles, vamos a pasar por un trago amargo en el plano de nuestra economía, porque somos un país que tiene un alto grado de integración a Estados Unidos; y si no los aplica, la espada de Trump va a estar sobre nosotros y en poco tiempo volverá a amenazarnos.

La razón es muy sencilla: por una parte, son nuestros vecinos geográficos y tenemos más de 3 mil kilómetros de frontera común. Un espacio en el que, por supuesto, existe una integración económica y cultural de muchas complejidades y que, por desgracia, no hemos examinado lo suficiente para entenderla en toda su magnitud.

Por otra, tenemos una relación productiva y comercial muy por encima de cualquier país latinoamericano o de la región asiática. Tenemos, no debemos olvidarlo por ningún motivo, un tratado de libre comercio que ha sido un fuerte factor detonante para América del Norte y, más consistentemente, para México. Los enclaves económicos, de actividades primarias, de transformación y de servicios, se han potencializado a partir del Tratado de Libre Comercio que data desde los años noventa.

México ha sido el principal beneficiado con el Tratado México-Estados Unidos-Canadá. Con exportaciones del orden de los 500 mil millones de dólares y con importaciones de hasta 334 mil millones al año, lo que nos deja un superávit comercial cercano a los 166 mil millones de dólares. Ningún otro acuerdo comercial, de los muchos que tenemos, nos ha dado esas ventajas ni, por ahora, podemos pensar que las tendremos. Sencillamente, con el T-MEC estamos inmersos en el mercado más grande del mundo.

Por eso es importante reflexionar sobre la importancia del T-MEC. En primer lugar, porque, si se respetan las reglas establecidas en el acuerdo económico, no se justifican los aranceles ni las amenazas que deberemos enfrentar cada mes o en cada plazo al capricho del presidente de Estados Unidos.

La sola existencia del Tratado establece la eliminación de aranceles en los bienes y demás satisfactores que se han establecido en el acuerdo. En caso de que alguno de los signatarios intente gravámenes unilaterales, se verá como acusado ante las instancias que se han establecido precisamente para atender esos diferendos.  Si se respeta el marco jurídico, no debe haber impuestos a nuestras exportaciones comprendidas en el T-MEC. Los aranceles pueden establecerse sobre bienes y servicios que no estén comprendidos en el tratado.

Sobre el asunto de los aranceles, hay un punto que no ha sido bien estudiado aunque ya se ha comenzado a mencionar. Se trata del plano político dentro de Estados Unidos que afectará, sin duda alguna, al presidente Donald Trump.  Se trata del encarecimiento de muchos productos y servicios que vendrá automáticamente y puede llevar los precios a porcentajes cercanos al 5 por ciento —hoy es de 2.8%— lo que significaría el fin operativo del régimen trumpista.  Ningún presidente en aquel país puede pensar en la reelección si sus números en la inflación pasan del 4 por ciento. Así lo indican todas las experiencias anteriores.

Así, pensemos en que el T-MEC es un acuerdo que debemos cuidar, porque es una defensa contra la guerra comercial que se avecina. Seguramente, quienes promueven una increíble reelección de Donald Trump deberán pensar más de dos veces en ese riesgo con el que no contaban.

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