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22 de noviembre de 2024

En unidad, nuestra soberanía será inviolable ante Trump

Por: Raúl Bonifaz @Bonifaz49

Parece un lugar común, pero, desafortunadamente, no se puede pasar por alto un nuevo llamado a la unidad, pues las circunstancias de nuestro entorno internacional y la relación con los vecinos del norte se avizoran complicadas y nuestra polarización en el país aporta mayores enredos. La división entre los mexicanos lleva a una suma mayor de dificultades.

Afortunadamente, convocar a la concordia —aún desde las tribunas más modestas— no es una voz en el desierto, sino que tiene un consenso nacional. En ese orden, es posible, y necesario, refrendar los llamados a la reflexión sobre la necesidad de convertir los temas nacionales en debates políticos alejados de los calificativos y, por supuesto, de las descalificaciones.

Y no es para menos. Hace dos días, el ministro de Ontario, en Canadá, propuso sin más ni más la “no inclusión”; es decir la expulsión de México del Tratado México-Estados Unidos-Canadá y no nos ha ido bien en el panel sobre el maíz transgénico con nuestros vecinos de Estados Unidos. Este último asunto, por supuesto, requiere de otro tipo de reflexiones.

De vuelta a la relación con Estados Unidos, el tema solamente es objeto de algunas variaciones. La cercanía siempre ha sido difícil, al grado de que a partir del Porfiriato se llegó a decir que México estaba lejos de Dios y cerca de aquel país norteamericano. Mario Gil nos dice también que en nuestra cercanía hay una buena vecindad: nosotros somos los buenos y ellos los vecinos.

Refranes aparte, ha crecido la aversión hacia los mexicanos en la cultura de los estadounidenses, espoleada en buena medida, o aprovechado por los seguidores de Donald Trump para sus necesidades políticas. Hace 10 años, el 27 por ciento de los estadounidenses rechazaba a los mexicanos y hoy ese ánimo supera el 70 por ciento. Por eso mismo, la idea de “America First” encuentra en la migración mexicana uno de sus principales soportes.

Algunos números pueden explicar, no justificar, las conductas xenofóbicas tan compartidas en Estados Unidos. En realidad, en la actualidad, solamente en la ciudad de Los Angeles viven más mexicanos que todos los habitantes sumados de los territorios que nos arrebataron con el Tratado Guadalupe-Hidalgo en 1947. Por cierto, algunos mexicanos optimistas dicen que, si Trump quiere anular todos los tratados, sería muy reconfortante empezar por aquel de 1947.

Lo que permanece es la necesidad de terminar con los lenguajes polarizantes en el México de hoy. La historia —visible o comprobable— nos indica que las divisiones no nos llevan más que a caminos ominosos. La intervención de reconquista en la tercera década del siglo XIX, proveniente de España y encabezada por el general Isidro Barradas, se dio por las primeras divisiones entre partidarios del Imperio y de la República. La división de “escoceses” y “yorkinos” nos llevó a perder una guerra con Estados Unidos: un país que, por cierto, no era tan superior en fuerza como lo es ahora.

Otra vez, la división entre liberales y conservadores creó un clima favorable a la ambición extranjera. La Triple Alianza encontró un clima favorable; pero ese marco no solo tentó a los franceses, británicos o españoles. Hasta algunos esforzados holandeses alguna vez pensaron en las bahías mexicanas como espacios para asentar ahí a sus fuerzas piratas.

Y qué decir del siglo XX, cuando los mexicanos se dividían en revolucionarios y los otros. Recordemos que el General Pershing hizo sus pininos en tierras mexicanas, siguiendo al General Villa.

Donal Trump ha comenzado a nombrar un gabinete que debe generarnos preocupaciones. Marco Rubio, de Florida, no nos quiere y va a ser un hombre poderoso. Thomas Homan ha sido el operador por excelencia de las expulsiones masivas de mexicanos y ya está de nuevo en esas encomiendas. Donald Trump no necesita a los latinos, porque ya no va a competir y, además, contó con sus votos y ya cuenta con ellos para legitimar sus acciones.

Si la polarización continúa creciendo en nuestro país, vamos a tener más problemas, y problemas más serios.

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