Papa Francisco

Por: Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

La muerte de un Papa siempre implica un dolor y una reflexión, pero el fallecimiento del Papa Francisco esta semana acongoja a toda la comunidad, no solo católica, sino a todo el mundo.

El legado de Francisco será trascendente por ser el primer pontífice latinoamericano, jesuita, y por sus reformas a la Iglesia Católica y su carácter modesto que siempre mantuvo en vida y ahora en muerte -como lo refleja la publicación de su testamento donde pidió un funeral sencillo, sin lujos y que sus restos reposaran en la Basílica de Santa María la Mayor, rompiendo una tradición milenaria de ser enterrado en la Basílica de San Pedro-.

Uno de sus grandes logros es su encíclica Fratelli tutti (hermanos todos), en el que señala la necesidad de un mundo más justo y pacífico, en particular porque fue publicado durante la pandemia de COVID-19. 

También hizo un llamado a la paz, sin importar la religión, las fronteras ni las culturas, argumentando que todos somos hermanos y somos parte de una misma humanidad.

En su obra critica el individualismo, el neoliberalismo, el racismo y las desigualdades sociales, y resalta la urgencia de actuar con diálogo, perdón, cooperación e inclusión. Fue, sin duda, una de las obras más importantes de los últimos años.

Francisco reformó a la Iglesia Católica como no se había hecho en siglos. Reconoció que existen abusos sexuales dentro de la Iglesia y creó leyes para cero tolerancia en el tema, algo que nunca sucedió con sus antecesores.

También impulsó reformas para transparencia y responsabilidad, y tuvo importantes intervenciones en temas de migración, justicia social, medio ambiente y paz, que por muchos años estuvieron invisibilizados por la Iglesia.

En un hecho histórico y con la finalidad de tener un diálogo interreligioso, visitó por primera vez Irak, algo que ningún otro Pontífice había realizado.

Pero lo más importante que hizo Francisco fue tener siempre una visión social, priorizando a los más necesitados que siempre tenía en sus oraciones, como los migrantes, los pobres, los refugiados y las personas excluidas.

Siempre aseguró que la Iglesia era para todas y todos. Sin duda, todo eso se extrañará, pero su legado será duradero, aún en estos tiempos del Calígula americano.

Frente al reposicionamiento de una agenda de mezquindad y del egocentrismo que plantea Trump, la voz del Papa Francisco era sensata. Su renovación de la Iglesia contra la corrupción y retomando el papel social de Cristo se extrañarán. Las campanas de todo el mundo doblarán por su luto. P.D. Excepto en San Juan del Río, porque fueron robadas

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