La guerra de la Inteligencia Artificial

Por: Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos está significando una revolución en muchos niveles: la política arancelaria, el fin de la globalización como la imaginaron los neoliberales, el incremento del nacionalismo hasta el punto de llegar a la xenofobia y el uso de las redes sociales como instrumento político y de confrontación. Pero en el trasfondo está el conflicto que definirá gran parte de lo que pase en la economía mundial, que es el inicio de lo que puede ser la guerra de la Inteligencia Artificial.

Hay dos hechos que están marcando la agenda mundial. Por un lado, hace unos días se anunció el lanzamiento de DeepSeek, la Inteligencia Artificial de China que es el equivalente a ChatGPT, con la diferencia de que es más barata, tiene un mejor rendimiento y, lo más importante, es de código abierto.

Y, por otro lado, Trump anunció el proyecto Stargate, que consiste en la creación del centro de datos más grande del mundo, con una inversión de 500 mil millones de dólares, y que tendría el tamaño de 13 canchas de futbol, con un consumo de energía que podría alimentar a 5 millones de hogares estadounidenses.

En ambos casos habrá que ver cuál será la predominante, toda vez que DeepSeek tiene limitaciones y preocupaciones como el tema de la privacidad de datos, y el proyecto Stargate representaría una elevación en el uso de energía de Estados Unidos de hasta 12% del consumo nacional.

Esto no es un tema únicamente de empresas, definirá quién tiene las mejores herramientas para tomar el mercado de la Inteligencia Artificial. Será equivalente a tener un rifle de repetición o un mosquete; los dos sirven, los dos cumplen su objetivo, pero uno de ellos es más eficaz. El escenario internacional es similar al contexto de la Guerra Fría y la carrera armamentista, para saber quién tenía las mejores armas nucleares. Ahora, la carrera es para saber quién tiene la mejor IA.

Estamos viviendo una ecuación compleja en la cual se sobreponen las agendas económicas, comerciales, políticas, los nacionalismos, los temores y las aspiraciones. La gran pregunta es si los liderazgos internacionales tienen la capacidad de gestionar este cambio de manera que sea positiva para la humanidad. En esta guerra se definirá la supremacía global, como lo definió la revolución industrial en su momento.

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