Les comparto que esta semana comencé a impartir clases en el Postdoctorado en Inteligencia Artificial para la Administración Pública del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), una gran iniciativa por la cual reconozco el trabajo del Dr. Martínez Anzures y el Dr. Eber Betanzos.
Pero, a todo esto, la pregunta obligada sería: ¿por qué un postdoctorado para gente que no necesariamente sabe programar en paralelo o tiene un grado en informática?
Ese es precisamente el punto, el crecimiento de la Inteligencia Artificial ya dejó de ser un tema meramente de informáticos, hoy está en todas las decisiones de nuestra vida: las sugerencias de Amazon, las recomendaciones de Netflix, el manejo de tu dinero, entre muchas otras cosas del día a día.
El gran debate es cómo pensar de forma correcta la Inteligencia Artificial, a partir de la utopía o la visión integral, o puede ser a partir de la esperanza como lo plantea Peter Diamandis.
Para encontrar la claridad sobre la IA, hay un elemento fundamental que es la singularidad, ésta implica que a lo largo de la historia ha habido cambios nodales, en los cuales las manos y pies pasaron de ser herramientas a controladores de éstas. La singularidad representa que la Inteligencia Artificial tiene ya más capacidades que nuestro propio cerebro, la diferencia es que, antes, la relación giraba entre los humanos y herramientas, y ahora el aprendizaje es entre máquinas.
Pero hay otros elementos que están significando un gran riesgo y una gran decadencia para la humanidad, como la obesidad generalizada, la frivolización del pensamiento, la estupidización de la juventud, la flojera estructurada, las drogas y las adicciones, la priorización de los intereses privados sobre los comunitarios, la virtualización como eje de la vida social y la acumulación de la riqueza de la que hemos hablado con anterioridad. Mención especial para China y su rechazo por firmar el acuerdo para prohibir que la Inteligencia Artificial controle armas nucleares.
Frente a esto, lo único que queda es hacer al ser humano, con todas sus limitaciones, virtudes y vicios, el eje de la actividad económica, política y social. Por eso, la política humanista debe ser un elemento ideológico fundamental, algo que ha sido característico del gobierno de la Presidenta Claudia Sheinbaum. El poeta español Antonio Machado dijo que “el pueblo solo puede salvar al pueblo”, pero en estos momentos, solo la humanidad puede salvarse a sí misma.