En vísperas del Día Mundial del Medio Ambiente, el Secretario General de la ONU, António Guterres, adviertió sobre la pérdida de cosechas, la desaparición de fuentes de agua y el debilitamiento de las economías debido a la degradación de la tierra. “Los países deben cumplir todos sus compromisos para restaurar las tierras y los ecosistemas degradados”.
Por ello, Guterres instó a los países a cumplir con el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal y a aprovechar su nuevo plan nacional de acción por el clima para definir cómo detendrán y revertirán la deforestación de aquí a 2030.
“La inacción nos está costando caro, pero las medidas rápidas y eficaces tiene sentido desde el punto de vista económico: cada dólar invertido en restaurar los ecosistemas genera hasta 30 dólares en beneficios económicos”, mencionó, enfatizando que es necesario aumentar drásticamente la financiación para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse a los fenómenos meteorológicos violentos, proteger la naturaleza y apoyar el desarrollo sostenible.
“Somos la Generación de la Restauración. Construyamos juntos un futuro sostenible para la tierra y para la humanidad”, dijo.
Según la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hasta el 40% de las zonas terrestres del planeta están degradadas, lo que afecta directamente a la mitad de la población mundial. El número y la duración de los periodos de sequía han aumentado un 29% desde el año 2000 y, si no se toman medidas urgentes, las sequías podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.
“Pese a que la humanidad depende de la tierra, en todo el mundo, una combinación tóxica de contaminación, caos climático y eliminación de la biodiversidad está convirtiendo tierras sanas en desiertos y ecosistemas prósperos en zonas muertas”, advirtió António Guterres. “Se están aniquilando bosques y praderas, y se está minando la fuerza de la tierra para sostener los ecosistemas, la agricultura y las comunidades”.
El titular de la ONU señaló que, en consecuencia, se pierden las cosechas, desaparecen las fuentes de agua, se debilitan las economías y corren peligro las comunidades, lo que afecta más gravemente a los más pobres.
Añadió que se trata de un “ciclo mortal”, pues el uso de la tierra es responsable del 11% de las emisiones de dióxido de carbono que calientan el planeta, las cuales, a su vez, potencian la desertificación. “Es hora de salir de este ciclo”, sentenció.