Los desplazados forzosos en América Latina y el Caribe pueden contribuir significativamente a las economías donde viven si tienen la oportunidad, revelan dos nuevos estudios publicados este lunes por vario organismos internacionales, entre ellos la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Los refugiados y los migrantes cubren importantes lagunas en los mercados laborales locales e impulsan la demanda de bienes y servicios, lo que puede aumentar los ingresos fiscales y elevar el Producto Interior Bruto de los países receptores. Sin embargo, a menudo se encuentran en situaciones vulnerables, señaló la agencia.
Aunque la mayoría de esta población está en edad de trabajar, tiene un alto nivel educativo y está empleada, con frecuencia están sobrecualificados para sus trabajos y se dedican a actividades informales, lo que limita sus salarios y agrava su capacidad para obtener alimentos.
En este contexto, los documentos se centran en cómo las políticas específicas pueden facilitar el acceso a los mercados laborales formales y a los servicios básicos, como la educación y la sanidad, para que los refugiados y migrantes puedan contribuir mejor a sus países de acogida.
Elaborado por el Banco Mundial y ACNUR, Venezolanos en Chile, Colombia, Ecuador y Perú – Una oportunidad de desarrollo señala que “el éxodo venezolano parece haber tenido un efecto positivo en el crecimiento económico de la región, gracias a la oferta adicional de mano de obra y al impulso de la demanda”.
El informe presenta un perfil socioeconómico detallado de los venezolanos en Chile, Colombia, Ecuador y Perú y utiliza datos de las encuestas nacionales de hogares con el fin de comparar los perfiles de los venezolanos con los locales de cada país de acogida para contribuir al debate público.
Según el informe, en todos los países, los venezolanos tienen un mayor nivel educativo y, con la excepción de Colombia, tienen más probabilidades de encontrar empleo que la población local. En promedio, los venezolanos tienen estudios secundarios completos (al menos 12 años de educación), es decir, dos años más, en promedio, que la población local. Así, la proporción de venezolanos con estudios superiores es del 65% en Chile y se acerca al 50% en Ecuador.