Como candidata a la presidencia de la república, Xóchilt Gálvez metió la pata varias veces, protagonizó una cadena de errores que contribuyeron a su estrepitosa derrota el 2 de junio, pero a partir de la jornada electoral ha tenido dos desplantes importantes que fortalecen la democracia y nuestra vida pública.
El primer gesto de Xóchilt Gálvez digno de mencionarse fue la llamada telefónica a Claudia Sheinbaum para reconocer su triunfo. Dirán que la contundencia de los resultados fue tal que no tenía de otra, que era lo mínimo que podía hacer. No es verdad. Decidir llamar a su adversaria después de una campaña caracterizada por la descalificación y el encono; hacerlo sin la consulta a los presidentes de los partidos que la postularon, no fue fácil.
Nadie le hubiera criticado haber reconocido el triunfo hasta el cómputo oficial de los resultados, al fin de cuentas el PREP y los conteos rápidos no son resultados oficiales y después impugnar la elección. No lo hizo y de inmediato aceptó las tendencias.
Ahora sabemos que esa decisión despertó la cólera de Marko Cortés y un reclamo que rayó en la violencia de género. Dudo que muchos otros candidatos y candidatas de varios partidos hubieran tenido un gesto de esa naturaleza.
El segundo desplante de Xóchilt Gálvez fue asistir y hablar en el foro de reforma al poder judicial realizado en Chiapas el 9 de julio. Se necesita temple para asistir, sentarse a lado de Gerardo Fernández Noroña, escuchar las intervenciones de Ricardo Monreal, del propio Noroña y enfrente de ello, criticar la propuesta del Presidente.
La presencia y palabras de Xóchilt en los foros de una de las reformas más controversiales del gobierno, los legitima y abre las puertas del diálogo. Esto no le cambiará una coma a la propuesta del presidente, pero sí le baja varias rayitas a la polarización.
Podrán decir que de nada sirve la presencia de la candidata derrotada en los foros organizados por los ganadores, pero no es así. Si la oposición participa en los procesos y eventos convocados por la mayoría, manda un mensaje de colaboración y diálogo a la sociedad.
Es importante que mientras el PAN y el PRI se pierden en las estériles luchas por la conducción interna, su candidata, aunque derrotada, participe en los debates de la agenda nacional.
No comparto la mayor parte de los planteamientos y propuestas de Xóchilt Gálvez. Obvio, no vote por ella, menos dirían que busca un acercamiento con la presidenta electa, pero saludo su actitud ante la decisión mayoritaria de la ciudadanía.
En la política, a diferencia que en la vida, la muerte no es eterna y las derrotas siempre son pasajeras. Xóchilt Gálvez debe hacer honor a los 15 millones de ciudadanos que votaron por ella.
Claudia Sheinbaum, Morena y sus aliados deben ser sensibles a estos gestos de la oposición. Humildad en la victoria, dignidad en la derrota. Hasta el momento Xóchilt ha sido digna. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.