La guerra en Ucrania tomó una nueva dimensión en las últimas semanas. El pasado 1 de junio, Zelensky lanzó la “Operación Telaraña”, un ataque usando drones que tenían como objetivo destruir gran parte de la flota rusa de aviones. La operación que fue planeada por más de un año tuvo como resultado 41 aeronaves destruidas, calculadas en 7 mil millones de dólares en pérdidas.
Este ha sido uno de los golpes más dañinos para Rusia, con un saldo del 20% de su flotilla inoperante y, lo más importante, una demostración de la vulnerabilidad de la inteligencia rusa, toda vez que el ataque fue coordinado a distancia en cinco ciudades diferentes y usando camiones que transportaban los drones dentro del mismo territorio ruso.
Esto lleva a un camino diferente de la guerra. La invasión rusa que habían anunciado que se concretaría en 3 días, hoy ya cumple más de 3 años. Y no solo no cayó Kiev como prometieron, Ucrania incluso ocupó la región de Kursk, territorio de Rusia, lo cual es de la mayor trascendencia, ya que, desde la Segunda Guerra Mundial, Moscú no había sido invadido, y menos por un país que en algún momento fue parte de su propio territorio. Lo que Zelensky ha demostrado es que el aparato militar ruso está disminuido y el poder de Putin ya está cuestionado.
Las consecuencias serán importantes: Putin ha anunciado que no habrá pronto ninguna cumbre de paz con Kiev, por los actos realizados por Ucrania que calificó de terroristas. Por su parte, Trump ha asegurado que terminará el conflicto bajo su administración; sin embargo, por estos hechos, aseguró que no habrá una paz inmediata. Y Alemania está lista para tener una intervención más activa apoyando al gobierno de Zelensky, con 5 mil millones de euros y armas de largo alcance.
Otra repercusión interesante es el mercado de armas. Antes de la guerra, Rusia era el segundo exportador más grande, cubriendo 20% de la demanda mundial; hoy ocupa el tercer lugar con un 11% de participación global y con posibilidad de disminuir aún más. Estados Unidos ha sido y se mantiene como el líder; sin embargo, con los aranceles y amenazas de Trump, puede irse a la baja. El ganador en este mercado, una vez más, es China.
La ecuación internacional se está volviendo cada vez más compleja por muchos factores: la polarización global entre la causa palestina y la solidaridad a Israel; el desafío chino de cruzar territorio ocupado para enviar alimento a países en desarrollo; las amenazas de Trump para Canadá, Dinamarca y otros países; y la posibilidad de un escalamiento a nivel europeo de la guerra de Ucrania, hacen ver que el nuevo orden mundial se está gestando. Esta nueva era de la guerra ruso-ucraniana tendrá implicaciones en todo el mundo.
