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21 de noviembre de 2024

Cartier y los chicles

Por: Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

Esta semana vimos dos hechos que pintan a la derecha de cuerpo completo, reflejan una visión del mundo, pero sobre todo, descubren sus almas. El primero es el pronunciamiento de Lilly Téllez sobre unos aretes que se compraron en Cartier, en el cual arremetió contra un joven mexicano acusándolo de falta de honestidad y asegurando que lo correcto era avisar a la empresa sobre el precio equivocado, que de 237 mil pesos, se ofertaron en 474 pesos el par. El segundo hecho es un video que circula en redes sociales, donde se ve a la candidata presidencial del PAN sacándose de la boca un chicle y dándoselo a una asistente, lo cual no sólo es una falta de educación, es un desprecio a la persona y un acto de prepotencia supremo frente a la mirada de desconcierto y asco de la asistente.

Pero estos dos hechos nos muestran cómo los panistas ven a la gente que está a su alrededor, son un mapa de su ética y su estética. El punto es que no es la primera vez que una empresa tiene que responder por esto, y la ley señala que todo proveedor está obligado a informar y respetar los precios, tarifas, cantidades, calidades, términos, modalidades y demás condiciones conforme a las cuales se hubiera ofrecido al consumidor la entrega del bien o servicio, es una empresa haciéndose responsable de un error. Ni Cartier ocupa la defensa de Lilly Téllez, ni tampoco va a quebrar por eso, al final entregó los dichosos aretes al comprador, entonces ¿por qué ponerse del lado de una empresa multimillonaria? es algo inexplicable. Además, no es algo nuevo, otras tiendas en México han presentado errores de puntuación en los precios, por lo que han tenido que vender mercancía como televisiones a precios muy bajos.

Por otro lado ¿cómo le vamos a creer a la candidata que dice preocuparse por la gente y priorizar la dignidad humana, el trabajo digno y el respeto a las personas, cuando es capaz de darle su chicle baboso a su personal? O con la falta de educación de estar pegando chicles debajo de las sillas, como lo hizo durante su registro ante el Instituto Nacional Electoral. Todo esto muestra que no hay calidad humana ni los mínimos principios de educación en casa. En este escenario de la novela costumbrista del PAN caben muchos adherentes, en la misma liga de Cartier y los chicles podrían entrar Nahuel Guzmán con su laser en el partido de Rayados contra Tigres, o la Comisión Estatal de Aguas de Querétaro, que organiza fiestas con temática de Barbie en plena escasez; la gente de mal gusto podrá sentirse identificada. Como escribió Tennyson “somos lo que somos”, en el PAN podrán afirmar que son lo que son, corporativos sin respeto a los colaboradores ¿Dónde quedó aquel PAN de políticos cultos como Castillo Peraza o Gómez Morín? Ellos serían los primeros en desautorizar estas acciones y nos muestra que la derecha del PAN, desde la extravagancia y lujo de Cartier, hasta lo asqueroso de los chicles ya sean entregados o embarrados, está podrida.

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