Una estrategia de puertas abiertas para fortalecer la economía

Por: Rosy Urbina @RosyUrbinaTap

Hace unos días, en mi oficina de la Cámara de Diputados, tuve la visita de Carmelita, una joven empresaria originaria de Tapachula. Me contaba con entusiasmo sobre el crecimiento de su negocio, una pastelería, me pareció fascinante que fuera uno de los negocios que abrió sus puertas para personas migrantes que buscan una oportunidad de empleo y mejores condiciones de vida.

El trabajo de las personas migrantes es esencial para las economías globales, ya que suple la escasez de trabajadores en sectores específicos. Además, las remesas que envían a sus países de origen son una fuente crucial de ingresos para muchas familias y, en algunos casos, representan una parte importante del PIB de sus países de origen.

Para darnos una idea, las y los mexicanos que laboran en Estados Unidos generan alrededor de 338 mil millones de dólares anuales, una cantidad mayor al PIB de países como Chile, Perú y Colombia. Además, el 80% de los salarios que los trabajadores mexicanos ganan en Estados Unidos se consumen ahí mismo.

Si estos trabajadores dejaran de consumir, la economía norteamericana podría contraerse entre 2.6% y 6.2% del PIB. En los últimos años, el flujo migratorio hacia México ha aumentado considerablemente y muchas de las personas que transitan dentro de nuestro territorio deciden quedarse.

El marco jurídico nacional contempla instrumentos para que las y los migrantes puedan laborar de forma segura y digna, como la condición de Visitante Trabajador Fronterizo o el Programa de Integración Local para refugiados.

De acuerdo con datos de ACNUR, más de 35 mil personas refugiadas han encontrado empleo formal en México, lo que ha generado un impacto positivo en la economía, con una contribución anual de 187 millones de pesos en impuestos y contribuciones estatales.

Afortunadamente, México cuenta con herramientas legales que regulan el ingreso y estancia de personas en situación de movilidad o refugio, permitiéndoles incorporarse al mercado laboral. Sin embargo, aún hay retos, uno fundamental es hacer más accesible el procedimiento de reunificación familiar para que estas personas puedan estar junto a los suyos.

Historias como la de Carmelita nos recuerdan que la migración no es solo un desafío, sino también una oportunidad para establecer políticas de puertas abiertas que ayuden a fortalecer nuestras economías

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