La elección de Claudia Sheinbaum como presidenta de México marca un hito histórico en la lucha por la igualdad sustantiva y los derechos de las mujeres en el país. Por primera vez, una mujer ocupa la más alta magistratura, reflejando un avance en la representatividad y participación de las mujeres en los espacios de poder. Este hecho, sumado a la presencia de figuras como Norma Piña en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la paridad en las cámaras legislativas, dibuja un escenario esperanzador para la igualdad de género en México.
Sin embargo, este avance en el acceso a cargos de poder y representación política contrasta con una realidad profundamente preocupante: la persistencia y el incremento de la violencia contra mujeres, adolescentes y niñas. Aunque las mujeres han roto el llamado techo de cristal en muchos ámbitos, la violencia feminicida, la desigualdad salarial y las agresiones en el hogar y en el ámbito del noviazgo siguen siendo desafíos que México debe enfrentar de manera urgente. Por tanto, el gobierno de Claudia Sheinbaum tiene una oportunidad única, no solo para continuar avanzando en la igualdad formal, sino para consolidar políticas efectivas que impacten la vida cotidiana de las mujeres mexicanas.
Es alentador que la mitad de los gobiernos estatales, los congresos locales y el Congreso de la Unión cuenten con paridad de género. Además, el hecho de que importantes órganos de Estado, como el INE, el Tribunal Electoral y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, estén encabezados por mujeres, es un reconocimiento del talento y la capacidad de liderazgo de las mujeres mexicanas. Sin embargo, la igualdad en los puestos de poder es solo una parte de la batalla. La igualdad sustantiva, aquella que se refleja en la vida diaria de las mujeres, aún está lejos de alcanzarse.
Un aspecto clave para el gobierno de Sheinbaum debe ser la reducción de la brecha salarial entre hombres y mujeres. A pesar de los avances en representatividad, las mujeres siguen ganando, en promedio, menos que los hombres por trabajos equivalentes. Es imperativo que se implementen políticas públicas que garanticen un salario igualitario en todos los sectores. Además, los programas sociales, como las pensiones dirigidas a mujeres de 60 a 64 años, son una señal positiva, pero no suficientes para enfrentar el conjunto de desigualdades que afectan a las mujeres en el ámbito laboral y económico.
El feminicidio sigue siendo uno de los problemas más graves en México, y es un tema que debe ocupar un lugar prioritario en la agenda de Claudia Sheinbaum. Se habla mucho sobre la necesidad de combatir esta forma extrema de violencia, pero pocas veces se establecen metas concretas y alcanzables. Una de las metas más viables que podría fijar el gobierno es la reducción del feminicidio en un 50% durante su mandato. Para lograr esto, es necesario un enfoque integral que abarque la prevención, la atención a víctimas y la persecución efectiva de los agresores.
La violencia en el hogar y en el noviazgo, que afecta de manera particular a adolescentes y jóvenes, también debe ser abordada con urgencia. El gobierno de Sheinbaum debería fijarse como meta reducir significativamente estos índices mediante programas educativos que promuevan relaciones basadas en el respeto y la igualdad, y que atiendan de manera eficaz a las víctimas. Asimismo, la creación de más refugios y centros de atención para mujeres y niñas que sufren violencia es indispensable, ya que las estructuras actuales son insuficientes para enfrentar la magnitud del problema.
Uno de los grandes desafíos del gobierno de Claudia Sheinbaum será pasar de las declaraciones a las acciones. Durante mucho tiempo, la retórica ha sido favorable a los derechos de las mujeres, pero los avances en la práctica han sido lentos. Este es el momento de implementar políticas públicas con objetivos claros y medibles. La lucha contra el feminicidio, la violencia de género, la desigualdad económica y las agresiones en el ámbito familiar no puede seguir siendo una promesa política, sino una realidad tangible.
Para lograr estos objetivos, es fundamental que el gobierno trabaje de la mano con las organizaciones de la sociedad civil que llevan años combatiendo la violencia de género. Estas organizaciones poseen el conocimiento y la experiencia necesarios para identificar las áreas que requieren atención urgente. Además, el fortalecimiento del sistema de justicia, con fiscales capacitados en perspectiva de género y jueces comprometidos con erradicar la impunidad en los casos de violencia contra las mujeres, será esencial para avanzar en la materia.
Por otro lado, es crucial que el Estado adopte una postura firme en la prevención de la violencia. Las campañas de sensibilización deben llegar a todas las esferas de la sociedad, desde las escuelas hasta los medios de comunicación, y deben estar diseñadas para transformar los patrones culturales que perpetúan la violencia de género. La educación es una herramienta poderosa para prevenir la violencia, y el gobierno de Sheinbaum tiene la responsabilidad de promoverla a nivel nacional.
El gobierno de Claudia Sheinbaum se encuentra ante una oportunidad histórica para avanzar en la igualdad sustantiva y combatir de manera efectiva la violencia contra mujeres, adolescentes y niñas. Si bien los avances en representatividad son indudables, es momento de pasar de los discursos a la acción concreta. Establecer metas claras, como la reducción del feminicidio en un 50% y la disminución de la violencia en el hogar y el noviazgo, son pasos fundamentales hacia una sociedad más justa y equitativa.
México se encuentra en una posición única para liderar en materia de igualdad de género. Con la primera mujer presidenta, un gabinete paritario y una Suprema Corte presidida por una mujer, el país tiene las herramientas necesarias para lograr un cambio real. Pero este cambio solo será posible si el gobierno de Sheinbaum toma decisiones valientes, que no solo garanticen la igualdad en los puestos de poder, sino que transformen la vida cotidiana de las mujeres mexicanas. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.