El 29 de abril, a un día de terminar el último periodo de la 65º Legislatura, en un derby, que incluyó la entrega de la Garita de San Lázaro y un libro conmemorativo de los 200 años de la constitución de 1824 que se cumple en octubre, los diputados conmemoraron el cuadragésimo aniversario del Palacio Legislativo de San Lázaro.
Este recinto emblemático ha sido testigo de la evolución política y social de nuestra nación a lo largo de las décadas; epicentro donde se han forjado las leyes que guían el futuro de nuestro país.
Al remontarnos en el tiempo, recordamos los diferentes recintos que albergaron a la honorable Cámara de Diputados, desde la Iglesia de San Pedro y San Pablo hasta el Palacio de San Lázaro. Cada uno de estos espacios ha dejado una huella imborrable en la historia de México, reflejando el constante cambio y progreso de nuestra nación.
La Cámara de Diputados ha tenido como recintos: La Iglesia de San Pedro y San Pablo (1822); Palacio Nacional (1823-1872); Teatro Iturbide (1872-1909); Palacio de Minería (1909-1910); Donceles (1911-1981), y San Lázaro a partir de la década de los años ochenta del siglo pasado.
El Palacio Legislativo de San Lázaro, inaugurado hace cuatro décadas, representa un hito en la historia arquitectónica y política de México. Su construcción fue impulsada por la necesidad de proporcionar un espacio adecuado para albergar a un creciente número de legisladores, resultado de la Reforma Política de 1977. Esta obra, concebida bajo la visión del entonces presidente José López Portillo, se erigió como símbolo de la democracia y la representación popular en nuestro país.
La historia de este recinto no ha estado exenta de desafíos. En mayo de 1989, un devastador incendio consumió parte del edificio, obligando a su restauración y al traslado temporal de las actividades legislativas a otros lugares. Este episodio oscuro no solo puso a prueba la resiliencia de nuestra institución, sino que también reafirmó nuestro compromiso con la democracia y la justicia en México.
Desde su restauración en 1992, el Palacio Legislativo de San Lázaro ha vuelto a ser el corazón pulsante de nuestra vida política, acogiendo a presidentes, legisladores y ciudadanos comprometidos con el bienestar de nuestro país. A lo largo de los años, este recinto ha sido testigo de momentos históricos que han marcado el rumbo de México, desde la promulgación de importantes leyes hasta la toma de decisiones trascendentales para nuestra sociedad.
La fachada del Palacio Legislativo, una obra del arte y la arquitectura mexicana, refleja la riqueza cultural y la diversidad de nuestro pueblo. El conjunto escultórico que adorna su entrada principal, obra de José Chávez Morado, nos recuerda la importancia de la pluralidad y el diálogo en la construcción de un país más justo y equitativo.
El Palacio Legislativo de San Lázaro es un símbolo de la democracia y la soberanía nacional. Desde los arquitectos y constructores que dieron vida a este edificio hasta los legisladores que han trabajado en su interior, todos han dejado su huella imborrable en la historia de México. Eso pienso yo, ¿usted que opina? La política es de bronce.