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23 de noviembre de 2024

Los 43 del Senado

Por: Onel Ortiz @onelortiz

En el Senado de la República se avecina un momento decisivo. El 11 de septiembre, los 43 senadores y senadoras de la oposición tendrán en sus manos la posibilidad de aprobar o rechazar una reforma clave al poder judicial propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta reforma, ya aprobada en la Cámara de Diputados el 4 de septiembre, requiere una mayoría calificada de dos tercios en el Senado. Y aunque las matemáticas no mienten, en la política, como en el ajedrez, las jugadas no siempre son obvias.

Morena, junto con sus aliados del PT y el Partido Verde, domina numéricamente en ambas cámaras. En la Cámara de Diputados, tienen una mayoría calificada que les permitió aprobar la reforma sin mayores complicaciones, incluso con la ausencia de la diputada Olga Sánchez Cordero, quien se puso malita y desde este espacio le deseamos pronta recuperación. No obstante, en el Senado, la situación es mucho más ajustada. El bloque Morena-PT-PVEM  cuenta con 85 votos, a solo un voto de los 86 necesarios para la aprobación de la reforma. Las primeras señales de división entre los senadores opositores ya han aparecido, con las deserciones de Araceli Saucedo y José Sabino, ambos ex integrantes del PRD. Aun así, el bloque opositor se mantiene aparentemente firme con 43 votos que podrían definir el destino de la reforma.

El poder del voto en el Senado, como en toda democracia, se cifra en números. Con 128 senadores en total, la aritmética establece que dos tercios son 86 votos, los necesarios para aprobar reformas constitucionales. Morena y sus aliados ya cuentan con 85 senadores leales, con las deserciones de Saucedo y Sabino, lo que los deja a solo un voto de la meta. Sin embargo, alcanzar ese número parece ser un desafío que va más allá de las matemáticas.

Las especulaciones sobre quién podría ser ese senador o senadora clave que dé el voto que falta están a la orden del día. Algunos medios ya han comenzado a hacer sus apuestas, publicando listas de posibles nombres, mientras que en los pasillos del Senado los rumores circulan con velocidad. La oposición, compuesta por senadores del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, ha sido clara en su rechazo unánime a la reforma. Sin embargo, en política, la unidad nunca es completamente garantizada, y los movimientos tras bambalinas podrían sorprender a más de uno.

Uno de los actores menos esperados, pero no por ello menos importantes, en esta contienda son los estudiantes de derecho de varias universidades públicas y privadas, quienes han tomado un papel activo en el debate de los últimos días. Estos jóvenes, conscientes de las implicaciones de la reforma, han iniciado una campaña para presionar a los senadores de oposición a poner por escrito su compromiso de votar en contra. Aunque esta iniciativa no garantiza el resultado, sin duda añade una capa de presión pública sobre los legisladores. Aquellos que firmen el compromiso y luego lo incumplan no solo se enfrentarán al juicio de la historia, sino también al desprecio inmediato de la opinión pública.

Por otro lado, Morena y sus aliados no se han quedado de brazos cruzados. La política es el arte de lo posible, y Adán Augusto López Hernández, coordinador de Morena y nuevo hombre fuerte en la sede de Paseo de la Reforma e Insurgentes, sabe que, si no puede conseguir un voto directo a favor, una ausencia en el pleno podría ser igualmente efectiva. Con la ausencia de un solo senador o senadora de la oposición, el número de votos requeridos para alcanzar los dos tercios disminuiría. Si en lugar de 128 senadores hay 127 presentes, los dos tercios se calculan sobre esa base, lo que reduciría el umbral a 85 votos. Incluso, en un escenario más extremo, si solo asistieran 65 senadores —el mínimo necesario para que haya quórum—, Morena podría aprobar la reforma con solo 44 votos. Estas maniobras no son desconocidas en la política mexicana, donde las ausencias estratégicas han definido importantes decisiones legislativas en el pasado.

En este “México mágico”, como algunos lo llaman, donde la política se entrelaza con lo improbable, el voto de un solo senador o senadora puede ser la diferencia entre la aprobación o el fracaso de una reforma que alteraría la estructura del poder judicial. Y mientras tanto, el país entero observa con expectación.

La reforma propuesta por el presidente López Obrador busca transformar el sistema judicial de México, una institución que ha sido vista por muchos como uno de los pilares de la corrupción y la impunidad en el país. Si bien el diagnóstico es compartido por diversos sectores de la sociedad, las soluciones propuestas por López Obrador han generado divisiones. La oposición ha argumentado que la reforma centraliza el poder en el Ejecutivo y reduce la independencia del poder judicial, debilitando uno de los contrapesos clave de la democracia mexicana.

Por otro lado, Morena y sus aliados sostienen que la reforma es necesaria para combatir la corrupción en los niveles más altos de la judicatura y para garantizar un sistema de justicia más equitativo. En el centro de este debate está la pregunta de si el poder judicial puede reformarse desde dentro o si, como argumenta el gobierno, es necesaria una intervención externa para limpiar la casa.

Con todo este panorama, el destino de la reforma judicial depende de un solo voto. Y como suele ocurrir en la política mexicana, la liebre puede saltar en el momento y el lugar menos esperados. Los senadores de la oposición tienen en sus manos una decisión que no solo marcará el futuro del poder judicial, sino también el rumbo político del país. Frente a ellos está un gobierno que ha demostrado ser experto en maniobras políticas, y que está dispuesto a jugar hasta la última carta para lograr su objetivo.

El desenlace no solo será un hito en la historia legislativa de México, sino también una lección sobre cómo, en la política, las matemáticas pueden ser manipuladas, pero al final, el voto de una sola persona puede cambiarlo todo. Eso pienso yo, ¿usted qué opina? La política es de bronce.

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