La referencia a la continuidad en la administración pública del año 2024 al 2030 es un asunto importante porque se propone construir un gobierno con perspectivas de Estado. Es decir, una administración que vaya más allá de los 6 años que siguen, porque nuestro país no nace con cada sexenio, sino que tiene un proceso de largo alcance al cual es necesario fortalecer. Se pretende que las políticas públicas tengan la trascendencia que una nación requiere. No se trata de una continuidad por inercia, sino de una permanencia en los propósitos centrales de la Cuarta Transformación que los mexicanos hemos adoptado como camino.
La Cuarta Transformación es sencilla de explicar: es una respuesta al proceso social mexicano que, de una u otra manera, nos ha llevado a ser una comunidad nacional llena de desigualdades en la economía, en los tratamientos que nos damos, en el marco de las regiones y en el asunto de la justicia. Las desigualdades están plenamente registradas en las estadísticas, pero los mexicanos no solamente somos números, sino que tenemos una vida humana y nos inclinamos por la existencia digna en todos los sentidos. Terminar con la desigualdad no va a ser tarea fácil y, por eso mismo, es decisivo hacerlo en diferentes etapas, una de ellas serán los próximos seis años.
Para hacer frente a los complicados retos —que podemos considerar históricos—, es necesario reunir un equipo de mexicanos con el perfil apropiado y, en México, la Dra. Claudia Sheinbaum ya ha completado buena parte de la tarea. Cada uno de los integrantes requiere de un acercamiento para dar a conocer sus atributos y los escenarios en los que cumplirán con sus atribuciones. Por mi parte, deseo hacer algunas referencias a los personajes en cuestión solamente en la medida en que es posible en una columna periodística. Lo haré puntualmente.
Hoy me referiré a uno de los protagonistas para el nuevo sexenio. Sin ningún orden de preferencias, me interesa el Secretario de Hacienda, el economista De la O. Este funcionario solamente va a continuar con sus tareas, ya que cumple con ese cargo en el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
La continuidad aquí es digna de resaltarse considerando los elementos que siguen:
Uno. La conducción de la economía mexicana ha resultado eficaz, debido a la claridad en el manejo de los recursos públicos y el conocimiento adecuado del escenario internacional.
Dos. La reorientación del gasto público que ha privilegiado una derrama de recursos hacia los sectores menos favorecidos y que, por desgracia, son mayoritarios. Esta derrama de dinero concreto ha influido en un crecimiento sin precedentes en la demanda nacional y ha permitido un flujo del mercado por encima de otras economías, por lo menos en el continente latinoamericano.
Tres. Se han establecido tasas de interés que frenan consistentemente la fuga de capitales, pero en un equilibrio con las necesidades de la inversión. El juego de las tasas de interés constituye uno de los grandes problemas en las finanzas públicas y privadas mundiales.
Cuatro. Se han cuidado las reservas internacionales del Banco de México y hoy se acercan a los 200 mil millones de dólares, una cifra que supera a varios países del mundo juntos. En el crecimiento de las reservas mexicanas influyen las remesas de los connacionales que trabajan más allá de nuestras fronteras.
Cinco. Se han creado condiciones favorables para la inversión pública y privada procedente del extranjero. México es un país altamente competitivo en ese plano, sin vender mano de obra abaratada ni violar los derechos de los trabajadores.
La competitividad mexicana se fortalece con la relocalización de los espacios de inversión internacional debido a la nueva geografía económica en los continentes. Así, tenemos un proyecto económico realista y prometedor. Tenemos los elementos para aprovechar las condiciones favorables. Más que un proyecto, ya es el camino que hemos comenzado a recorrer.
