Este proceso electoral enfrenta dos modelos de gobierno diferentes, uno derivado del humanismo, centrado en la gente y vinculado a MORENA; y otro ligado al neoliberalismo y al PAN, que es básicamente el vacío y defender un modelo de privilegios, sobre todo de empresarios -del PRI y del PRD ya ni hablamos porque es de mala educación hablar de los muertos.
Pero en esta Wikipedia de la infamia en que se ha convertido la derecha, hay algo que es demoledor y dañino para la vida pública, que es el gobierno de los proveedores. Esto es que la dirección y la conducción del gobierno no se atienda desde una perspectiva del interés público, sino del interés particular, y es infame porque convierte los derechos en mercancías y la utilidad particular como base del actuar de estos gobiernos de derecha; representan la generación de riquezas de los pocos, a costa de los muchos.
Este mal gobierno de los proveedores es la piedra de toque y la promesa envenenada del neoliberalismo, como se manejó en los gobiernos salinistas, y consistía en que mientras más ricos se hicieran los millonarios, esa riqueza caería en cascada, lo cual nunca pasó, lo único que generó fue exclusión y concentración, mega millonarios y más pobres.
Pero éste no es un concepto teórico, desafortunadamente lo vemos de manera cotidiana en obras inútiles, como por ejemplo el remodelado de las banquetas de la Colonia Roma, cuando es obvio que hay otras necesidades de recursos que tendrían mayor beneficio para la población; otros ejemplos son la remodelación de la Av. 5 de febrero en Querétaro, que costó más de 7 mil millones de pesos, los cuales se pudieron haber destinado a llevar servicios a colonias y comunidades con gran necesidad; así como la privatización del agua, que ha hecho de un derecho vital una mercancía. También están el caso de la privatización de la recolección de basura en Monterrey y del alumbrado público en Zapopan, Jalisco. En todos los casos, se han generado utilidades para empresas privadas, pero no una mejora en los servicios.
Las empresas no pueden dictar la agenda de gobierno, se puede colaborar, pero no deben orientar la vida pública como en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña, que buscaron la privatización de los transportes terrestres y aéreos, las carreteras, la educación, el petróleo y todo a lo que le pudieran sacar negocio. La realidad es que pocas privatizaciones han funcionado, y por el otro lado están ejemplos como el de China, que invirtió en sus empresas públicas y ahora son de las más grandes del mundo.Prácticamente todas las aventuras de privatización derivaron en fortunas inconmensurables y algunas de ellas en rescates millonarios. El gobierno del Presidente López Obrador ha demostrado la conveniencia de que el Estado cumpla sus obligaciones, algunas obras realizadas directamente por el Estado y otras en contratos bajo estricta supervisión para evitar la corrupción, precios inflados y muchos otros vicios. El Estado no puede abdicar de sus funciones; por el bien de México, no se puede permitir el gobierno de los proveedores ni contratistas.