A los auguradores de la catástrofe se les acabó el sexenio esperando una crisis; los herederos de Maximiliano, tanto los confesos como los disfrazados de sociedad civil, siguieron insistiendo en la crisis económica y en la devaluación del peso frente al dólar. Pero esta semana fue una prueba importante para la estabilidad mexicana, debido al lunes negro que afectó prácticamente a todas las economías del mundo.
La bolsa de valores de Japón sufrió la peor caída de su historia, desplomándose 12.4% por el miedo a la recesión económica en Estados Unidos. En Corea del Sur, la bolsa de Seúl cayó un 8.77%, mientras que Taiwán tuvo el mayor descenso en su historia con una caída del 8.35%; en China y Hong Kong también hubo números rojos. Esto provocó crisis en todo el mundo, y el peso mexicano también resultó afectado.
Sin embargo, esta crisis afectó a México únicamente de manera perimetral. La realidad es que el peso y la economía mexicana están más fuertes que nunca. De acuerdo con el Informe Resultados Económicos y de Finanzas Públicas 2018-2024, presentado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el pasado 31 de julio, México tiene actualmente menores niveles de deuda que en los sexenios pasados; por primera vez en la historia se ha reducido en 15.7% la deuda externa, lo equivalente a 1 billón de pesos; se ha disminuido 94% de la deuda con organismos financieros internacionales, por lo que actualmente somos uno de los países con menores niveles de endeudamiento en el mundo; y no menos importante, se logró una reducción del 16% de la pobreza en el país, lo que significa que 9 millones de mexicanos salieron de este umbral.
A diferencia de otras ocasiones al final de sexenio, donde eventos internacionales contaminaron a México, la estrategia económica del Presidente López Obrador ha dado frutos, la reconfiguración del gasto público para una mayor inversión social en favor de la población más vulnerable ha permitido inversiones históricas para programas sociales, incluido el apoyo a la educación, al campo, al empleo y la vivienda social, con un incremento real al salario mínimo de 114%; además de los proyectos prioritarios como la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, que los malquerientes juraron que ninguno de ellos sería realidad. Todo ello ha sido posible gracias a una política de austeridad, al combate a la corrupción y a una economía social que beneficia a todos y, sobre todo, a los más necesitados. En los próximos años, con el gobierno de la Presidenta electa, la Dra. Claudia Sheinbaum, seguiremos constatando los beneficios de la fortaleza mexicana, esta nueva forma de hacer política centrada en el bienestar.