Los haitianos aguardan este viernes el nombramiento de un consejo presidencial de transición después de la dimisión del controvertido primer ministro Ariel Henry, con la esperanza cautelosa de que las nuevas autoridades estabilicen un país devastado por la violencia de las pandillas.
Tras unos días de calma, la violencia regresó a Puerto Príncipe desde el jueves. Residentes levantaron barricadas en dos carreteras principales del centro de la capital para protegerse de los ataques de las bandas, pero también como señal de protesta.
El aeropuerto de la ciudad fue escenario de disparos, resultando herido un policía, y la residencia del director general de la policía fue saqueada e incendiada, según un sindicato policial.
Las autoridades extendieron el toque de queda nocturno hasta el domingo en el departamento del Oeste, que incluye Puerto Príncipe, en un intento de “recuperar el control de la situación”. A pesar del estado de emergencia hasta el 3 de abril, las autoridades apenas han logrado frenar a las poderosas bandas que controlan el 80% de la capital.
“Hay muchos fugados de prisión en las calles. La situación no deja de empeorar. La decisión de declarar el estado de emergencia en Haití con un toque de queda de un mes es loable (…), pero no debe ser así”, lamentó Edner Petit, un vecino de Puerto Príncipe.