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La llegada de Donald Trump al poder implicó el surgimiento de altas pasiones y bajezas políticas, en las cuales, como niños tontos, muchos gobernantes quisieron imitar al presidente estadounidense, pero, ¿qué tienen en común?, que todos han salido perdiendo. Ejemplos muy claros son Javier Milei, Daniel Noboa y Nayib Bukele.
Noboita no solo invadió la Embajada de México en Quito, un hecho trascendente que nunca había ocurrido y que claramente fue una violación a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, sino que, adicionalmente, hizo un ridículo internacional al decidir ponerle aranceles a México por un 27% a todas las importaciones mexicanas.
Evidentemente lo hizo a unos días de las elecciones presidenciales, por lo que fue más por tinte político que económico, en especial cuando consideramos que las importaciones de México al país andino representan el 0.05%.
Con mucha razón, el presidente López Obrador terminó las relaciones diplomáticas con Quito y, retomando las palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum, ojalá pronto en Ecuador griten Presidenta con A.
Mileisito ya tiene más de un año en el gobierno y no ha cumplido gran parte de sus promesas a pesar de eliminar Secretarías de Estado y los recortes gubernamentales, que no han servido de mucho. La realidad es que el peso argentino se devaluó con su gobierno y ha aumentado el número de su población en pobreza. Mientras que la presidenta Claudia Sheinbaum tiene una de las aceptaciones más altas a nivel mundial; Mileisito solo tiene resultados magros.
Por otra parte, Nayib Bukele fue de los primeros mandatarios en recibir a Marco Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, y, en un arrebato y necesidad de tener un apapacho, se comprometió a recibir a prisioneros estadounidenses en la megacárcel de El Salvador.
En una publicación de X, el presidente salvadoreño incluso publicó una foto con Rubio titulada “Friends”. Como menciona una nota de El País, parece que inició una primavera entre Bukele y EU, pero a qué costo.
Mientras tanto, en México, con el liderazgo de la presidenta Sheinbaum y su conducción digna, astuta y precisa, nos posiciona con dignidad y firmeza, por lo cual estamos todos los mexicanos muy orgullosos.
Estos presidentes pensaron que mimetizarse los iba a incluir en un club al que claramente no pertenecen, solo se hicieron débiles, chiquitos y ratoneros. No entendieron que Trump verá por Trump, y, en el mejor de los casos, por Estados Unidos. Por ello, la sumisión solo lleva a la genuflexión y a la humillación, y es por eso que Noboita, Mileisito y Bukele acabaron arrastrados y jodidos.