“Aléjate de las drogas. El fentanilo te mata”: Una estrategia necesaria pero insuficiente

Por: Onel Ortiz @onelortiz

El pasado 7 de enero, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó la campaña “Aléjate de las drogas. El fentanilo te mata”, una iniciativa que busca prevenir el consumo de drogas, especialmente del letal opioide que ha devastado comunidades enteras en Estados Unidos y amenaza con extender su sombra en México. Esta estrategia, basada en tres ejes —prevención, autocuidado y difusión de información sobre los daños—, forma parte de una política integral dirigida a jóvenes, adolescentes y sus familias. Aplaudo este esfuerzo, especialmente en un contexto donde el consumo de fentanilo representa un riesgo creciente para la juventud mexicana, pero también encuentro importantes áreas de oportunidad que podrían enriquecer su implementación y resultados.

La campaña, que abarca a 11.8 millones de estudiantes de secundaria y bachillerato, tiene el acierto de colocar la prevención como eje central. Enfrentar el problema desde sus raíces es fundamental, especialmente cuando se trata de una droga como el fentanilo, cuyo poder adictivo y letalidad son devastadores. Sin embargo, esta estrategia enfrenta un obstáculo significativo: la ausencia de datos recientes sobre el consumo de sustancias en México.

La última Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT) se publicó en 2016, y aunque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador prometió una actualización, hasta ahora esos resultados permanecen en el limbo. Esta falta de información limita la capacidad del gobierno de Claudia Sheinbaum para afinar su estrategia y dirigir los recursos hacia los grupos más vulnerables. Urge que la administración federal publique estos datos y que, además, se establezca un sistema de monitoreo constante que permita evaluar la efectividad de las políticas en tiempo real.

Si bien las campañas preventivas son fundamentales, debemos reconocer que, en solitario, han demostrado ser insuficientes frente al complejo fenómeno del consumo de drogas. La historia reciente en México y en el mundo evidencia que las estrategias prohibicionistas no han logrado reducir significativamente el uso de sustancias. Por el contrario, en muchos casos han exacerbado problemas como la violencia, la corrupción y el fortalecimiento de grupos criminales.

Es aquí donde surge la necesidad de un cambio paradigmático: la regulación controlada de ciertas sustancias, incluida la marihuana, y el avance hacia un modelo más amplio de control de drogas. Este enfoque no es una idea radical ni inédita en México. En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas promulgó un Reglamento Federal de Toxicomanías que redefinió el consumo de drogas como un problema de salud, no como un delito. Bajo este modelo, el Estado monopolizó la venta de ciertas sustancias, eliminando la clandestinidad y garantizando un enfoque más humano hacia las personas con adicciones.

Retomar este enfoque podría ser una de las acciones más trascendentales del gobierno de Claudia Sheinbaum. La regulación no solo permitiría controlar la calidad de las sustancias y reducir los riesgos para los consumidores, sino que también debilitaría las ganancias de los cárteles, cuyo poder económico se sostiene, en gran medida, en la ilegalidad de estas sustancias.

Otro aspecto crucial de esta campaña es su inscripción en la estrategia general de construcción de la paz. Es un acierto reconocer que el consumo de drogas no es un fenómeno aislado, sino que está estrechamente vinculado con la falta de oportunidades, la descomposición del tejido social y la exclusión. En este sentido, resulta vital que esta campaña no se limite a un enfoque publicitario, sino que se acompañe de inversiones sustanciales en programas educativos, deportivos y culturales que ofrezcan alternativas reales a los jóvenes.

Asimismo, el eje de autocuidado y toma de decisiones tiene un enorme potencial, siempre y cuando se implemente de manera práctica y cercana a la realidad de los adolescentes. Los mensajes abstractos o moralistas tienen poca eficacia; en cambio, talleres interactivos, pláticas con exconsumidores y materiales diseñados con y para jóvenes pueden marcar una diferencia significativa.

El caso de Portugal es un ejemplo inspirador para México. Este país despenalizó el consumo de todas las drogas en 2001 y centró sus esfuerzos en la prevención, el tratamiento y la reintegración social. Como resultado, logró reducir significativamente el consumo de sustancias, la transmisión de enfermedades como el VIH y las muertes por sobredosis. Si bien no se trata de un modelo perfecto, ofrece lecciones valiosas sobre cómo abordar el problema desde un enfoque de salud pública y derechos humanos.

México podría adaptar este modelo, comenzando con la regulación del uso lúdico de la marihuana, una deuda pendiente desde el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Además, sería prudente explorar mecanismos de supervisión y control de otras sustancias, como la cocaína, en lugar de perpetuar un modelo prohibicionista que ha demostrado ser ineficaz.

No podemos subestimar el impacto potencial del fentanilo en México. Esta sustancia, hasta ahora más prevalente en Estados Unidos, ha comenzado a infiltrarse en nuestro país, lo que representa un desafío urgente para las autoridades. La campaña presentada por Sheinbaum es un primer paso importante, pero debe complementarse con esfuerzos más amplios, que incluyan el fortalecimiento de los sistemas de salud y la cooperación internacional para frenar el tráfico de precursores químicos.

Además, es crucial no perder de vista que el fentanilo no es solo un problema de oferta, sino también de demanda. La desesperanza, el desempleo y la falta de oportunidades alimentan el consumo, especialmente entre los jóvenes. Por ello, la verdadera solución pasa por atacar las causas estructurales que llevan a las personas a buscar escape en las drogas.

La campaña “Aléjate de las drogas. El fentanilo te mata” es un paso en la dirección correcta, pero para que sea verdaderamente efectiva, debe ser parte de una estrategia integral que incluya la actualización de datos, la regulación controlada de sustancias y un enfoque educativo innovador. Claudia Sheinbaum tiene la oportunidad de marcar un hito en la política de drogas en México, alejándose de los modelos prohibicionistas del pasado y apostando por soluciones basadas en la evidencia, la salud pública y los derechos humanos.

Enfrentar el problema de las drogas no es tarea sencilla, pero con valentía política y un enfoque integral, México puede avanzar hacia un futuro donde las drogas dejen de ser una amenaza y se conviertan en un problema manejable, enfrentado desde la prevención, la regulación y la paz social. Eso pienso yo, usted qué opina. La política es de bronce.

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