Estados Unidos aprobó una nueva venta de armas a Taiwán, lo que generó una nueva escalada de tensiones en el Estrecho de Taiwán. La decisión de Washington de suministrar piezas de repuesto para cazas F-16 y sistemas de radar, valorada en 385 millones de dólares, fue interpretada como una señal clara de apoyo a la isla frente a las crecientes presiones de China.
Esta venta de armas coincide con la primera gira internacional del presidente taiwanés, Lai Ching-te, que incluye paradas en territorios estadounidenses y en países del Pacífico que reconocen a Taiwán. Pekín condenó enérgicamente tanto la gira como la venta de armas, calificándolas de provocaciones que socavan la soberanía y la integridad territorial de China.
La relación entre Estados Unidos y China se deterioró en los últimos años, y la cuestión de Taiwán se convirtió en uno de los principales puntos de fricción entre ambas potencias.
China considera a Taiwán una provincia rebelde y advirtió en repetidas ocasiones que tomará medidas para reunificar el país por la fuerza si es necesario.
La venta de armas de Estados Unidos a Taiwán tiene como objetivo fortalecer las capacidades defensivas de la isla y disuadir a China de cualquier acción militar. Sin embargo, esta medida también aumenta el riesgo de un conflicto armado en el Estrecho de Taiwán, con consecuencias imprevisibles para la estabilidad regional y global.