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21 de noviembre de 2024

Morena y el respeto al pensamiento ajeno

Por: Raúl Bonifaz @Bonifaz49

Han desaparecido prácticamente las secuelas de la elección del 2 de junio en este año. Es bueno que así sea, porque aquel evento fue hace casi cinco meses y ya es tiempo para que los vencidos acepten dignamente que los ciudadanos, en su gran mayoría, no los favorecieron. Sin embargo, también es el tiempo para que los vencedores comiencen a cambiar el tono de sus voces triunfales. Necesitamos avanzar, desde ya, a poner fin a la polarización que no nos conduciría más que a una crisis de la convivencia entre los connacionales. Es decir, se añadiría el ingrediente del encono sin fin si no atendemos todos la necesidad de la concordia.

El escenario para los mexicanos no necesita de elementos polarizantes. Tenemos un proyecto de nación que es compartido por la gran mayoría de los mexicanos de diferentes expresiones políticas, religiosas, de preferencias en todos los sentidos, de amor a sus lugares de origen, de identificación con diversas líneas de la cultura nacional. Ese proyecto común, o por lo menos ampliamente compartido, es el de una República hermanada por el acuerdo en que la paz, la concordia y el respeto a las dignidades ajenas es lo que necesitamos los mexicanos. Ese proyecto común de un país cada día mejor es de todos y, por eso mismo, la polarización no es necesaria y, en muchos sentidos, no es posible.

El verdadero camino, como en el conocimiento de nuestros relativos universos, comienza en el pensamiento. Todos los viajes comienzan en las mentes y es ahí en donde vale la convocatoria al acuerdo. Es en los pensamientos plurales en donde se encuentra que, después de todo, las diferencias políticas son remontables. La democracia es una competencia en que, como todo encuentro competitivo, no puede haber un triunfo para todos en las casillas. Sin embargo, la democracia es una forma de vida y podemos ejercerla sin convertir la competencia en conflicto irresoluble.

En la verdadera competencia democrática se gana y se pierde. Sin alternancias la democracia es, en buena medida, simulación y, por eso mismo, quien es vencedor hoy probablemente no lo sea mañana. La verdadera democracia es la conversión de minorías en mayorías y viceversa; sin resultados previstos de antemano.

Por eso mismo, los vencedores de hoy deben ser generosos. No se trata de indulgencias ni mucho menos; se trata de una generosidad republicana que es, ante todo, el ejercicio práctico de la pluralidad. En el lenguaje de la tauromaquia tenemos a los aficionados prácticos y en la política debemos tener a los demócratas prácticos. Se trata de demócratas que no vean a la pluralidad desde la tribuna, sino que entren al ruedo y cubran todos los tercios de la política competitiva.

El lenguaje de la tolerancia debe provenir, sobre todo, de los vencedores de la contienda. En este caso, Morena tiene todo a su favor. Tiene los votos y la aprobación por parte de la gran mayoría de los mexicanos y esos activos podrán conservarse. Sin embargo, se conservarán mejor si Morena se convierte en el garante de las pluralidades. La fuerza de Morena debe ser la fuerza de la libertad. La victoria convoca a las pluralidades.

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