Para conmemorar el bicentenario de la redacción de la Constitución Mexicana, documento fundacional de nuestra historia, la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), organizó un conversatorio entre varios investigadores, quienes recordaron que las provincias novohispanas, que se convertirían en estados, querían gobiernos autónomos e independientes.
En un comunicado, indicaron que los 107 diputados que se reunieron en el antiguo Templo de San Pedro y San Pablo en el actual Centro Histórico de la Ciudad de México, tenían una responsabilidad enorme al sentar las bases de la distribución de poderes en la República.
El director del Museo Nacional de Historia (MNH), Castillo de Chapultepec, Salvador Rueda Smithers, expuso que en este recinto hay diversas piezas cuya simbología hace referencia a ese momento decisivo, y revelan la vigencia de los valores liberales. Uno de ellos es, propiamente, uno de los impresos de la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, Sancionada por el Congreso General Constituyente el 4 de octubre de 1824, ejemplar de un tiraje popular emitido por la Imprenta del Supremo Gobierno, en Palacio Nacional.
“Gran parte de lo que dice esta Constitución es cómo va funcionar cada uno de los poderes de la República. La firman Lorenzo de Zavala, como diputado por Yucatán y presidente del Congreso; Florentino Martínez, diputado por Chihuahua y vicepresidente; y están otras figuras importantes como Miguel Ramos Arizpe, por Coahuila y Tejas; Servando Teresa de Mier, Carlos María Bustamante, Ignacio Rayón, etcétera, quienes estuvieron en el proceso independentista.
“Ellos ya habían aceptado el Acta de Independencia del Imperio mexicano firmado en septiembre de 1821 por Agustín de Iturbide y el jefe político superior del reino de la Nueva España, Juan O’ Donojú, con lo cual se manifestaban como mexicanos, y ya no como americanos”, recordó el historiador.
En ese sentido, anotó, debe considerarse que fue la Real Ordenanza para el establecimiento e instrucción de intendentes de ejército y provincia en el Reino de la Nueva España de 1786, otro documento histórico en resguardo del MNH, donde quedó establecida la geografía política que permitiría convocar a los diputados americanos de la Constitución de Cádiz (casi un tercio de la composición de las cortes) y, a la postre, de la Constitución Federal de 1824.
En su oportunidad, el especialista de la DEH, Felipe Echenique March abundó que la adscripción identitaria como “americanos” fue usada por la población criolla de la Nueva España y demás virreinatos; en tanto, el término “mexicano” era para los nacidos en la Ciudad de México: “Este sentimiento de identificarse como americanos lo enuncian los propios realistas, en 1821, en Acatempan.
Los bandos insurgentes y realistas acordaron terminar con la guerra y consumar la Independencia, proponiendo un plan que se firmó en Iguala, Guerrero, el 24 de febrero de 1821. Dejando ver que los sustantivos América y América Septentrional se emplearon de la misma manera con que lo exclamaron los insurgentes en los primeros años de la lucha independiente.
“Sin embargo, ya en el Congreso de Chilpancingo y en su trayecto hacia Apatzingán, la insurgencia fue haciendo a un lado aquel sustantivo para ir consensando uno más cercano, más propio, en el cual pudieran adscribirse sin mucha dificultad. Finalmente, lo mexicano acabó imponiéndose claramente al nombrar, en 1824, a la Carta Magna como Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos”, sostuvo.