El paisaje de la vida en todo el mundo es casi uniforme, miles de personas con la mirada clavada en el celular, ya sea solos o en compañía de otras personas, en restaurantes, en el transporte público, en la soledad. El celular es, sin duda, la marca de nuestros tiempos, pues define nuestra forma de trabajar, relacionarse y socializar, está en todos los aspectos de nuestra vida. Sin embargo, esto implica graves consecuencias y costos, y tenemos que reconocer, como sociedad y en lo personal, que estamos generando una adicción al celular.
La famosa neurocientífica, la Dra. Mayim Bialik, conocida por su participación en The Big Bang Theory, publicó un video en el que explica tres puntos clave de cómo la ciencia nos permite conocer el impacto negativo que ha tenido el celular en nuestra vida.
Lo primero es que los celulares provocan un tipo de adicción que nos distrae de nuestras tareas, incluso se ha demostrado que incrementa la presión sanguínea, el ritmo cardiaco y la ansiedad. Lo segundo es que, aun estando rodeados de otras personas, estamos constantemente tentados a mirar el celular, afectando nuestras relaciones interpersonales. Y lo tercero es el llamado “Efecto Google”, que provoca que recordemos menos cosas de manera consciente al dar por hecho que lo que necesitamos está en internet, dañando la memoria a largo plazo.
El tema es particularmente delicado entre los jóvenes, donde se presentan muchos casos de adición alarmante, que está generando consecuencias gravísimas en la educación, ¿cómo dar clases a jóvenes que no pueden mantener más de 30 segundos la atención en TikTok y que han obviado la capacidad de resolver problemas o que piensan que todo es googleable y el pensamiento crítico se reduce a lo que los opinadores, muchas veces poco serios, generan en internet?
También ha alterado la orientación, ya que nadie sabe andar sin Waze; ha afectado la memoria, ya que nadie recuerda un número de teléfono; y ya no digamos en la aritmética básica, incluso para las sumas y restas más sencillas ya usan el celular. Todo esto se traduce en la despersonalización, la incapacidad de poner atención, de generar empatía, mentes sobreestimuladas y proclividad a la ansiedad y la soledad.
El tema de fondo es que la adicción al celular no abona a una mejor humanidad, en especial en un mundo donde los humanos cada vez se deshumanizan más y la inteligencia artificial ocupa más espacios destinados a las personas, y donde la frontera entre lo real y lo virtual se hace cada vez más borrosa.
Es necesario plantear qué vamos a hacer con este tema. Muchos países, como Francia, Suiza, Países Bajos y Singapur, están en un proceso de desintoxicación digital; en México deberemos seguir esa línea, sobre todo, porque tenemos una orientación humanista y es fundamental, no sólo en la vida pública, sino también en la familiar y privada, acordar horarios de desconexión, no escandalizarse si uno no contesta de inmediato, pero sobre todo repensar y redefinir la relación de la sociedad con el celular.