Martin Wolf, jefe de la sección de economía del Financial Times, es, sin duda, una de las voces más escuchadas en el sistema financiero internacional, por lo que llama la atención su nuevo libro “La Crisis del Capitalismo Democrático”, en el cual reconoce que sus opiniones han cambiado a lo largo del tiempo y no ofrece disculpas por ello; quienes no las cambian, no piensan.
Es trascendental que uno de los mayores ideólogos del liberalismo refiera una crisis en la cual la ansiedad por el estatus, las creencias religiosas, el racismo declarado pero, sobre todo, la deficiencia en el funcionamiento de la economía, están generando un desencanto y una crisis del sistema, incluso señala que la democracia liberal y el capitalismo global que triunfaron hace tres décadas, han perdido legitimidad.
Otro ideólogo del liberalismo como Francis Fukuyama, en su libro del año pasado “El Liberalismo y sus desencantos”, también reconoce las críticas al liberalismo como una ideología anticuada, caduca, e incapaz de responder a los desafíos de nuestro tiempo, sobre todo, la evolución del liberalismo al neoliberalismo que generó un individuo egoísta, en el cual señala que el defecto de su doctrina fue llevar sus premisas al extremo y que los derechos de propiedad y bienestar de los consumidores fuesen objeto de adoración y en todos los aspectos la acción estatal y la solidaridad social denigrados.
Que dos autores con esta trascendencia y otrora paladines del neoliberalismo no solo reconozcan su crisis, sino también los impactos negativos de manera diplomática y enredaditos en su marco teórico, habla de lo que es una realidad en todo el mundo: el neoliberalismo es indefendible. No es de extrañarse que los confundidos y repetidores, muchos de ellos analfabetas prácticos, que hoy conforman la derecha en extinción sigan escribiendo argumentos que hasta sus creadores ya aplicaron.
El presidente López Obrador ha planteado desde hace más de tres décadas lo que hoy Fukuyama y Wolf admiten, la crisis del neoliberalismo y la perversión que generó en la democracia. Al final, por lo menos Wolf reconoce que la salida está en restaurar la ciudadanía; no se trata de demoler al capitalismo y la democracia, lo que es necesario es un nuevo modelo incluyente, pertinente a nuestra realidad, que retome la fortaleza del Estado, la solidaridad y la humanidad como ejes de la acción y la vida pública. Y de esto se trata básicamente, entre otras cosas, la Cuarta Transformación.