Estos momentos de fin de año nos obligan a repasar los momentos más importantes, pero uno de los hechos más relevantes es que este será recordado, sin duda, como el año que tiraron a la basura 83 años de trabajo político que conforman la historia del PAN. La derecha actual será recordada con triste memoria; se perderá la herencia de Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna, Manuel Clouthier, y otros renombrados personajes históricos. El panismo que surgió como una reacción a la revolución significó una oposición seria en muchos momentos, y un impulsor de la democracia. Aun cuando en lo personal no comparto su ideología, eran consistentes, tenían conceptos sólidos y aspiraciones válidas que hoy ya no existen.
Una gran paradoja de la historia del PAN es que fue una de las primeras víctimas del neoliberalismo, cuando sacrificaron su orientación ideológica por una negociación vergonzosa y el pragmatismo que los llevó al gobierno; todo esto hizo que se perdieran como proyecto político e ideológico. Ahora el PAN está agonizante de enfermedades con un diagnóstico claro: ignorancia, frivolidad, pereza, pero sobre todo, por haberse entregado a los intereses empresariales. Esto se profundizó al suponer que una campaña basada en groserías, obviedades y simplezas podría sostenerse.
Es indudable la falta de liderazgos, como tan incuestionable es su asociación con la corrupción y los múltiples escándalos. Por si eso fuera poco, se alía con sus dos adversarios históricos, lo cual es explicable, un PRI que renunció a su ideología del nacionalismo revolucionario para ser un apologista del neoliberalismo; y un PRD que renunció a ser oposición para convertirse en un colaboracionista, una especie de minion chiquito, amarillo y chistoso. Los tres asfixiados por dirigencias tan torpes, como mezquinas y extraviadas.
El próximo año será decisivo para el futuro del país, pero también para la oposición, que no ha sabido ni sumarse a un proyecto de transformación, ni proponer un proyecto alternativo. La estrategia de la malquerencia, de echar habladas y pregonar una catástrofe que nunca llegó, ya se consumió, todo se agotó en buscar recompensas inmediatas y en la renuncia a los principios ideológicos. Por todo lo anterior, recordaremos este 2023 como el año en el que se suicidó la derecha.