La primera votación del cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco terminó este miércoles sin acuerdo, dejando una fumata negra que confirmó la falta de consenso entre los cardenales. Para que un nombre sea proclamado, se requieren al menos 89 votos de los 133 electores, quienes permanecerán aislados hasta alcanzar una decisión.
Un murmullo de decepción recorrió la Plaza de San Pedro, donde unas 50.000 personas observaron la columna de humo negro que emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, símbolo de que no hubo elección. El resultado no sorprendió, ya que se anticipaba un proceso complejo entre los sectores afines a las reformas de Francisco (“bergoglistas”) y los sectores más conservadores, críticos de su pontificado centrado en los pobres y la modernización de la Iglesia.
El primer escrutinio se conoció tres horas y cuarto después del “extra omnes” (“todos fuera”), la orden que marca el inicio del encierro de los cardenales en la Capilla Sixtina. El ambiente dentro fue solemne: mesas cubiertas con telas marrones y rojas marcaban el lugar de cada elector, en un ritual que se mantiene casi intacto desde la Edad Media.
En la plaza, la tensión aumentó cuando las pantallas que transmitían la imagen de la chimenea se apagaron antes de lo previsto, generando confusión. Con la caída del sol, algunos fieles dudaron inicialmente del color del humo, pero pronto se confirmó que era negro.
A pesar del resultado, los peregrinos mantuvieron la esperanza.
El cónclave continúa en un escenario incierto, sin candidatos claramente favoritos. Los próximos días serán cruciales para definir el futuro de la Iglesia Católica en un momento de profundas divisiones y desafíos globales.
