El Papa Francisco falleció este lunes a los 88 años, según informó el Vaticano mediante un comunicado oficial. El cardenal Kevin Farrell, prefecto de la Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, confirmó la noticia: “Esta mañana a las 07:35 (05:35 GMT), el obispo de Roma, Francisco, volvió a la casa del Padre”.
Con su muerte, la Santa Sede entra en un período de sede vacante, durante el cual el cardenal camarlengo asumirá temporalmente la administración de la Iglesia hasta la elección de un nuevo pontífice. En este caso, el encargado será el cardenal irlandés Kevin Farrell, de 77 años, quien fue designado para el cargo en febrero de 2019.
El camarlengo, cuyo rol es puramente administrativo durante el interregno, tendrá la responsabilidad de organizar las exequias del Papa fallecido y convocar el cónclave en un plazo de 15 a 20 días. Junto con los cardenales de la Congregación, determinará la fecha del funeral, que deberá realizarse entre el cuarto y sexto día posteriores al deceso, así como los nueve días de ceremonias fúnebres.
Sin embargo, su autoridad es limitada: no puede tomar decisiones que afecten a largo plazo el gobierno de la Iglesia ni nombrar nuevos cardenales, ya que tales facultades corresponden exclusivamente al sucesor de San Pedro.
Hasta la muerte de Pío XII en 1958, el camarlengo verificaba el fallecimiento del Papa golpeando su frente con un martillo de plata. Hoy, aunque el procedimiento es más protocolario, el camarlengo sigue siendo quien certifica oficialmente la muerte del pontífice.
Además, simbólicamente, toma posesión de los bienes papales, como el Palacio Apostólico, los Palacios de Letrán (sede de la diócesis de Roma) y la residencia veraniega de Castel Gandolfo.
Tras el funeral, los cardenales electores se reunirán en el cónclave para elegir al nuevo Papa. Mientras tanto, la Curia Romana —el “gobierno” de la Iglesia— queda disuelta automáticamente, y solo el camarlengo y sus colaboradores manejarán los asuntos urgentes del Vaticano.