El nuevo desorden mundial

Por: Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

A veces, las cosas se salen de control y lo que empieza como una posición para un discurso se vuelve la base de una campaña, luego se transforma en ideología y, finalmente, en una acción de gobierno, que en ocasiones se puede volver un gran caos global.

Esto viene al caso porque esta semana la empezamos con la noticia de que Donald Trump haría válidos los aranceles contra México, provocando una retaliación, para que, un par de días después, tras una llamada con nuestra presidenta, la Dra. Claudia Sheinbaum, los detuviera.

Los aranceles eran insostenibles, ya que representan un suicidio económico para Estados Unidos y la semilla de una crisis global. Las consecuencias pudieron ser catastróficas: una guerra comercial, de la cual Estados Unidos no tiene posibilidad de ganar pues cuenta con una mano de obra cara, sin cultura del trabajo y de bajo rendimiento, lo que provocaría un declive sin precedentes de la productividad norteamericana.

Las empresas automotrices no se posicionaron en México y en Canadá por gusto, lo hicieron porque era la única forma de medianamente competir frente a las empresas japonesas y coreanas.

Estos impuestos hubieran devastado el aparato productivo estadounidense, con un crecimiento en su inflación y las tasas de interés que colapsarían los mercados. La realidad es que, si no se hubieran quitado, las mayores consecuencias habrían sido para el pueblo estadounidense.

Al final quedan varias lecciones: México es primero y, así como ellos piensan en su país, nosotros debemos pensar en el nuestro y en nuestros nacionales.

La segunda es que, de fondo, no solo es una guerra comercial, sino que se está construyendo la dictadura trumpiana, esto no es un proyecto de 4 años, es de más de 20; es el dominio de la oligarquía y la construcción de la nueva nobleza americana, encabezada por su familia, con sus hijos y yernos, y Elon Musk.

La tercera reflexión es que la normalidad como la conocemos se verá alterada, no hay forma de salir de esto igual que como entramos.

Hoy nuestro país es más respetado en el mundo y se le reconoce como potencia económica. Una lógica de colaboración y no de sumisión, como se ha venido teniendo, puede ser positiva para nosotros.

Hay que poner a México al frente y la única salida posible que queda es la unidad, y quien hoy la representa es la presidenta Claudia Sheinbaum, quien, con prudencia, liderazgo y cabeza fría, logró una negociación en el mejor interés de México.

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