Los incendios forestales se han convertido en una silenciosa pandemia que cobra millones de vidas al año. Un nuevo estudio publicado en la revista The Lancet revela que la contaminación atmosférica provocada por estos eventos extremos es responsable de más de 1.5 millones de muertes anuales a nivel mundial, principalmente en países en desarrollo.
La investigación, que analizó datos de 20 años, encontró una correlación directa entre la exposición al humo de los incendios y un aumento en enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los países más afectados son China, República Democrática del Congo, India, Indonesia y Nigeria, donde más del 90% de las muertes relacionadas con incendios ocurren en poblaciones de bajos ingresos.
El cambio climático está exacerbando esta crisis. Las temperaturas más altas, las sequías prolongadas y los cambios en los patrones de viento crean condiciones ideales para la propagación de incendios forestales más frecuentes e intensos. Esta situación no solo amenaza la biodiversidad y los ecosistemas, sino que también pone en riesgo la salud de millones de personas.
La semana pasada, Ecuador declaró el estado de emergencia nacional debido a la sequía y los incendios forestales que han devastado miles de hectáreas en el sur del país. Este evento es un claro ejemplo de cómo los efectos del cambio climático se están manifestando en diferentes regiones del mundo.
Los autores del estudio hacen un llamado urgente a tomar medidas para combatir esta crisis. Proponen una serie de acciones, como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora de la gestión de los bosques y la inversión en sistemas de alerta temprana.
La “injusticia climática” es un tema central en este estudio. Los países de bajos ingresos, que menos contribuyen al cambio climático, son los que más sufren sus consecuencias. Es fundamental que la comunidad internacional trabaje en conjunto para apoyar a estas naciones y garantizar una transición justa hacia un futuro más sostenible.