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23 de noviembre de 2024

La triste Selección

Por: Luis Humberto Fernández @LuisH_Fernandez

Otra vez la Selección se fue al ridículo, algo inusitado, al salir de la Copa América sin tener la capacidad de meterle un solo gol a países que no tienen siquiera una liga competitiva como Venezuela o Ecuador; en la cancha vimos un equipo sin estrategia, sin lógica, una bola de niñetes, frívolos, sin pasión, ni orgullo y sin hambre de ganar, hasta parecían realmente del PRI. Más allá del resultado deportivo, parecieran un reflejo del México que se niega a cambiar.

No tienen la culpa los niñetes, o el Jimmy, buen entrenador, advenido a Magdalena abnegada, tristeando en un mar de podredumbre, mediocridad y corrupción. La enfermedad está en otro lado, en un sistema viciado, centrado en utilidades rápidas sin amor a la camiseta (cada día más horrible), sin respeto a la afición o al deporte. A la Selección los aficionados le importamos un carajo, ellos solamente piensan en ser el circo del pueblo que va a Estados Unidos. Cómo se atreven a llamarse Selección Mexicana si ya ni juegan en México, sólo buscan llevarle esperanza y nostalgia a nuestros paisanos. Ni la Liga ni la Federación han hecho nada para mejorar la competencia, sigue la multipropiedad, la mafia de los agentes, el número excesivo de extranjeros, pero sobre todo, la negación de dar la oportunidad de formar y de debutar al talento mexicano.

Cuando llegó Juan Carlos Rodríguez hace un año como Comisionado de la Federación Mexicana de Futbol presentó 12 puntos para la restructura del futbol mexicano, los cuales no ha cumplido. Dijimos en su momento que su antecedente de mercadotecnia no lo prestigiaba para mejorar el tema deportivo; al final ya no saben qué hacer para emocionar a un público con cada vez menos fe, un fracaso sobre el fracaso. Sin embargo, hay que reconocer que la gran mayoría de los cronistas y comentaristas deportivos fueron honestos y hablaron con vehemencia de la crisis, salvo un breve manojo de cuidachuletas blandengues que argumentaron el crecimiento futbolístico de Venezuela o de Ecuador; casos como estos únicamente muestran que algunas veces el hambre es más grande que la dignidad.

La reflexión final es: ¿la Selección nos representa? No, es una empresa privada. Sin embargo, sí es un tema público por el interés y la pasión que despierta en los mexicanos. La única salida que tiene la Federación y la Liga para rescatar los tropiezos de su amor propio es tomar medidas de anticorrupción de inmediato, y que la Selección no pueda jugar en Estados Unidos si no tiene partidos en México. Además, las marcas deberán hacer una reflexión si quieren que su nombre siga vinculado a una Liga y a una Federación podrida y corrupta; y valorar si quieren sus logos sobre los lomos de los frívolos, apáticos y sobrevalorados jugadores; y si sus valores están representados en ellos, en sus resultados y su actuar cotidiano. Aficionados y patrocinadores debemos de exigir cambios radicales y de fondo a los torpes, a los voraces, a los infames, que hoy manejan el futbol mexicano.

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