Norma Cruz Maldonado, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, expuso que en la actualidad ser madre tiene distintas implicaciones a las del pasado, ya que había un solo modelo de maternidad y se esperaba que tuvieran hijos y fueran “buenas madres”. Hoy en día existen varios y su ejercicio no está anclado necesariamente al cuerpo de la mujer.
“La maternidad también es un constructo sociocultural, multideterminado y definido por normas que se desprenden en un grupo social específico y en una época definida. Por eso ahora son diferentes”, resaltó en un comunicado.
En la sesión a distancia titulada “Maternidades en contextos de desigualdad social”, la universitaria mencionó que la tasa de fecundidad ha disminuido de manera importante, y prácticamente a nivel nacional el promedio de hijos por mujer es de dos.
Ello se debe, detalló, al incremento de la escolaridad en ellas, el acceso a métodos anticonceptivos, que sean más autónomas en la toma de decisiones sobre su cuerpo, la legislación sobre el aborto seguro, su incorporación al mercado laboral, etcétera.
La profesora de la ENTS refirió que el mayor número de nacimientos a escala nacional lo tiene el grupo de 20 a 24 años. Desafortunadamente también hay una cantidad significativa en adolescentes, así como en las que tienen más de 35.
La especialista dijo que existe un vínculo indisoluble entre la maternidad y los trabajos doméstico y de cuidados que, por mucho tiempo, las colocó en el espacio privado. Su presencia en el ámbito público ha crecido de manera paulatina por cuestiones de carácter social, económico y jurídico, lo que se ha gestado a lo largo de la historia.
No obstante, la sociedad etiqueta a quienes trabajan y tienen que dejar a los hijos en la guardería o al cuidado de algún familiar. “Ese proceso, que nos atraviesa, implica aspectos fisiológicos, psicológicos y emocionales, y aun así se nos sigue sancionando por tratar de cubrir los dos roles, el de la maternidad y el de la mujer productiva, trabajadora e independiente económicamente”.
Cruz Maldonado recordó: aunque tengan una actividad remunerada, también deben cumplir con el cuidado de los hijos y del hogar, lo cual implica triple jornada laboral.
Al abundar en el tema laboral, señaló que con base en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (2021) había 51.7 millones de mujeres de 15 años o más. De ese total, 44 por ciento formó parte de la población económicamente activa (PEA), es decir, 22.8 millones.
De las que conforman la PEA, 56 por ciento desarrolla una ocupación informal. Pero ese no es un aspecto meramente numérico, sino cualitativo: prácticamente 55 de cada 100 se emplean en actividades de comercio, de la industria manufacturera y de servicios, lo cual tiene una gran repercusión en la calidad de vida femenina.
En nuestro país la seguridad social está anclada al empleo formal, razón por la cual en esas circunstancias carecen de seguro por riesgos de trabajo, enfermedad, maternidad, invalidez, por retiro de cesantía y edad avanzada, y vejez. Tampoco pueden acceder a guarderías y prestaciones sociales como aguinaldo.
Ello impacta para que las mujeres y sus hijos tengan una calidad de vida inferior o circunstancias difíciles en sus trayectos de vida, alertó Cruz Maldonado.