Las autoridades de Sudáfrica confirmaron el trágico hallazgo de 78 cadáveres de mineros ilegales, conocidos como “zama zamas”, en el interior de la mina. Esta cifra escalofriante se registró en tan solo dos días de labores de rescate, lo que revela la magnitud de la tragedia.
La mina, ubicada a unos 150 kilómetros al suroeste de Johannesburgo, fue el escenario de una operación de rescate de gran complejidad. Cientos de mineros ilegales, en su mayoría extranjeros, quedaron atrapados en las profundidades de este laberinto subterráneo durante meses. Las condiciones extremas, la falta de suministros básicos y la incapacidad de ascender por el único acceso disponible les condenaron a una situación desesperada.
A pesar de los esfuerzos de rescate, las condiciones en la mina dificultan los trabajos y han cobrado un alto número de víctimas. Cada descenso y ascenso de los mineros ha sido una tarea ardua y peligrosa, ya que el pozo tiene una profundidad de 2,6 kilómetros.
Las imágenes de los rescatados, con rostros demacrados y cuerpos debilitados, conmueven a la opinión pública. La tragedia pone de manifiesto las condiciones precarias en las que trabajan los mineros ilegales y la vulnerabilidad a la que están expuestos.