Lima, Perú — Este sábado comenzó el adiós solemne al expresidente, Alberto Fujimori, con un rito fúnebre lleno de emotividad en el Gran Teatro Nacional, donde familiares y allegados se reunieron para rendirle homenaje.
Fujimori, quien lideró Perú con mano firme en una era de cambios, deja un legado marcado tanto por sus logros económicos como por las graves acusaciones de violaciones a los derechos humanos que lo llevaron a pasar 16 años en prisión.
La ceremonia se celebró en el recinto, con capacidad para 1,500 personas, junto al Ministerio de Cultura, donde el cuerpo del exmandatario fue velado desde el jueves. Un altar con rosas blancas y una imagen de Fujimori a gran escala dominaba el espacio, aunque la entrada fue restringida, únicamente a su círculo cercano.
Kenji Fujimori, su hijo, subió al atril visiblemente conmovido, recordando los años en que su padre estuvo preso antes de ser indultado en 2017 por razones humanitarias. “El pueblo reconoce quién es el mejor presidente (…) ¡Fujimori nunca va a morir!”, exclamó entre lágrimas, elogiando la obra de gobierno de su padre, popularmente conocido como “El Chino”.
Keiko Fujimori, excandidata presidencial e hija del exmandatario, también tomó la palabra. En su discurso, expresó que su padre finalmente era “libre del odio y la venganza”, refiriéndose a los años de prisión como una “persecución injusta”. “El pueblo peruano te ha absuelto”, añadió, en clara referencia a la polarización que aún persiste en torno a la figura de Fujimori.
Mientras tanto, en las afueras del teatro, cientos de simpatizantes siguieron la ceremonia a través de una pantalla gigante. Con muñecos y fotos de Fujimori portando la banda presidencial, los asistentes coreaban el “Ritmo del Chino”, una canción popularizada durante su última campaña presidencial. El estribillo “chino valiente, aquí está tu gente” resonaba con fuerza entre la multitud.
