Ante el panorama adverso generado por la victoria electoral en Estados Unidos y la imposición de aranceles a sus exportaciones, China respondió con un ambicioso paquete de estímulos económicos. Las autoridades chinas buscan así mitigar el impacto de estas medidas proteccionistas y mantener el crecimiento de su economía.
Desde finales de septiembre, el gobierno chino ha puesto en marcha una serie de medidas que incluyen flexibilización monetaria, recortes de impuestos, apoyo al sector inmobiliario y medidas para estimular el consumo. El objetivo es reactivar la economía y compensar la desaceleración provocada por la guerra comercial.
Sin embargo, aún es demasiado pronto para evaluar la efectividad de estas medidas. Si bien, algunos indicadores económicos muestran signos de recuperación como un ligero repunte en el consumo, el impacto a largo plazo del paquete de estímulos aún es incierto.
Los analistas advierten que la guerra comercial podría restar hasta un punto porcentual al crecimiento económico de China. La imposición de aranceles del 60% sobre las exportaciones chinas a Estados Unidos representa un duro golpe para la economía china, que depende en gran medida del comercio exterior.
El sector inmobiliario, uno de los motores de la economía china, también se enfrenta a desafíos. A pesar de las medidas de estímulo, se espera que el sector experimente un aterrizaje suave en los próximos años, alejándose de los niveles de crecimiento de años anteriores.
La guerra comercial entre China y Estados Unidos tiene implicaciones globales. Ambas economías son las más grandes del mundo y su desaceleración podría afectar negativamente al crecimiento económico mundial. Además, la incertidumbre generada por esta disputa comercial está afectando a los mercados financieros y a la confianza de los inversores.